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“The silence will burst, the music will strike.”
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En la arquitectura, el paisajismo es la expresión del arte que propone darle vida a la obra gris del hombre a través de la flora y la fauna. Esta combinación se da entre las edificaciones y la naturaleza, para generar y preservar espacios construidos al aire libre. Ahora bien, ¿es posible trasladar el paisajismo a otra expresión artística como la música? Esta pregunta viene siendo respondida desde 2008 por Motorama, mediante una discografía construida en base a canciones plagadas de poesía bucólica en sus letras y una instrumentalización totalmente aclimatada en una fría Rusia llena de paisajes borrosos. Su primer disco, titulado Alps, no solamente fue una obra maestra del Post-Punk moderno, sino también ha quedado enmarcado como el más bello y luminoso homenaje al paisajismo desde la música.
Una de las claves para entender a Vladislav Parshin como compositor, es conocer su hábitat. Lo que lo rodea y en lo que se inspira. Porque dicha consistencia que lo caracteriza para producir música de forma tan prolífica es una de sus mayores virtudes. La banda ha sufrido cambios en su alineación, pero aún así han ido evolucionando. Su alineación actual consiste en: Vlad, Irina, Maksim y Michail. Después de Calendar, su segundo disco, el tono de Motorama se fue volviendo más oscuro y sus letras comenzaron a presentar un matiz más lúgubre. A partir de ese momento, su Post-Punk era realmente frío, casi gótico y diría que mucho tienen que ver con los proyectos experimentales de Dark-Wave en los que Vlad también explora otros horizontes como en Утро, y al lado de Irina —su compañera de vida y de banda— en Берген Кремер.
Para el momento en que llegamos a Before The Road, la oscuridad de los años en que produjeron discos sólidos como Poverty, Dialogues y Many Nights, ha quedado atrás. Motorama ha vuelto al paisajismo luminoso de sus inicios. Son 7 canciones, la colección completa dura tan solo 25 minutos. Su minimalismo se ha vuelto más cuestión de esencialismo. Con detalles simples, pero significativos. Cada tema es una oda al universo y las manifestaciones de este sobre nuestra existencia efímera. El título tal vez sea una alusión a su regreso a casa después de las giras que dieron por Latinoamérica y Europa en los últimos años. Siendo esto una metáfora en su sonido, pues desde “The Tower” hasta “Little Mystery” suenan a una banda que extrañaba estar en casa. El mejor lugar del mundo, cuando está rodeado del paisaje perfecto para existir.
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